Entrevistas

«En los últimos meses hemos podido crecer estructuralmente en muchos hospitales, dotarnos de mejor equipamiento y dar visibilidad a nuestro trabajo»

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El Dr. Ricard Ferrer es médico intensivista desde 1998 y actualmente es el responsable del servicio de Medicina Intensiva del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, la UCI con más camas de España. Anteriormente, trabajó en el Hospital Univ. Mutua de Terrassa y en el Hosp. Univ. Parc Taulí. Cuando no está atendiendo a los enfermos en la UCI, dedica buena parte de su tiempo a la investigación. Ahora mismo es director del Grupo de Investigación de Shock, Disfunción Orgánica y Resucitación (SODIR) del Instituto de Investigación del Vall d’Hebron; y participa de forma activa en buena parte de los proyectos de I+D+i que ha puesto en marcha la SEMICYUC desde que es presidente (cargo que ostenta desde junio de 2019), en los que la formación tiene un papel importante. Está considerado uno de los intensivistas de referencia en Europa en el estudio y análisis de la sepsis, considerada una de las infecciones más importantes por su alta mortalidad. De hecho, cuenta con más de 50 publicaciones en su haber sobre la sepsis y las infecciones graves en los pacientes críticos.

La SEMICYUC lleva a cabo diferentes proyectos de investigación. Actualmente, ¿cuáles son los que más destacaría?

La SEMICYUC cuenta, actualmente, con 15 grupos de trabajo. El último lo hemos puesto en marcha hace apenas unos meses: el de Transporte Crítico. Todos cuentan con diferentes proyectos que permiten desarrollar y ampliar el conocimiento en los diversos campos de la especialidad de Medicina Intensiva: analgesia, organización de las unidades, neurointensivismo, trasplantes, etcétera.

Entre los proyectos más recientes, destacaría la puesta en marcha del Registro COVID-19, con el que estamos analizando la estadística de los pacientes críticos ingresados en las Unidades de Cuidados Intensivos por coronavirus y que se suma al que ya tenemos sobre la Gripe A, el Registro GETGAG. Además, fruto de algunos de estos trabajos surgen proyectos editoriales que ya han cristalizado, como el volumen de «Cirugía cardiovascular. Abordaje Integral», llevado a cabo bajo el amparo del Grupo de Cuidados Intensivos Cardiológicos y RCP; los diferentes Planes de Desescalada y Contingencia que se han elaborado coordinando los 15 grupos de trabajo de forma simultánea o los documentos de consenso con otras Sociedades Científicas para prácticas como la Ventilación Mecánica Invasiva o la Traqueotomía.

En el futuro, dado que todos los dispositivos médicos que vigilan o soportan al paciente crítico proporcionan datos estructurados que alimentan los sistemas de información, el big data y la inteligencia artificial será el nuevo campo de desarrollo de la Medicina Intensiva.

¿Qué papel juega la formación en el campo de la Medicina Intensiva y de la SEMICYUC en concreto?

La formación juega un papel esencial en nuestra especialidad. No podemos olvidar que la Medicina Intensiva se nutre de una constante mejora técnica y científica, lo que obliga a los intensivistas, tanto médicos como enfermeras, a una continua puesta al día en nuestros procesos, aprendizajes y modos de organización y manejo de la tecnología médica. El intensivista, como profesional de referencia en la atención del paciente crítico, sabe de esta importancia, de ahí que incluso durante los meses de pandemia no se haya descuidado esta labor, con la adecuación de cursos, seminarios online, elaboración de documentos formativos, publicación de manuales, etcétera.

Además, la SEMICYUC está liderando en España el proyecto C-19 Space de la Comisión Europea, por el cual formamos a médicos y enfermeras de otras especialidades para que puedan apoyar con la mayor de las garantías a los intensivistas, en el caso de que la UCI de un hospital tenga que ampliarse. Por todo ello, SEMICYUC ha agrupado todas sus actividades de formación en la ACADEMIA de Medicina Intensiva, que se puede ya visitar en nuestra web. En este repositorio se encuentra toda la oferta formativa de la Sociedad, ya sea presencial o virtual. Destacaría el importante papel del Plan Nacional de RCP de la SEMICYUC como líder en esta formación en España. Asimismo, durante el 2021, podremos inaugurar una nueva sede de nuestra Sociedad que dispondrá de espacios propios adecuados para la formación presencial.

Más allá de la pandemia, ¿cómo está la situación de la Medicina Intensiva en España? ¿Contamos con el suficiente número de intensivistas?

Este 2020 fue el año más intenso de nuestras vidas, profesionalmente hablando. Pero estoy convencido de que los momentos de crisis son también momentos de oportunidades. En los últimos meses hemos podido crecer estructuralmente en muchos hospitales, dotarnos de mejor equipamiento, digitalizarnos en algunos casos y, sobre todo, dar visibilidad a nuestro trabajo, que siempre ha sido muy importante, pero que no era del todo conocido por la sociedad.

El interés por la patología del paciente crítico ha ido creciendo año tras año y actualmente nos encontramos en un momento en el que esta materia interesa más que nunca, de ahí la importancia de que se apueste por la investigación en todas las áreas de la Medicina Intensiva de cara a fortalecer la especialidad. Este crecimiento también podría darse en el número de profesionales, pero para ello sería necesaria una mayor oferta de plazas de residentes de la actual, en lo que respecta a los médicos, y la formalización definitiva de la especialidad de Enfermería Intensiva, la cual lleva años reclamándose desde las UCI.

¿Cuáles son los principales problemas o barreras con las que se encuentra la especialidad?

Más que un problema o una barrera, a lo que se enfrenta Medicina Intensiva es al desafío que supone la continua mejora de los procedimientos y la asistencia al paciente crítico. Un reto que llevamos a cabo dentro de nuestras unidades, pero también fuera de ellas. Debemos seguir trabajando en la concienciación general de toda la sociedad sobre el grave problema de la sepsis, una infección que provoca más de 11 millones de muertes anualmente en todo el planeta. Al mismo tiempo, incluir a todas las UCI en la cultura de la Seguridad y en los Proyectos ZERO, que son diferentes proyectos para evitar infecciones dentro de las unidades que han permitido bajar el número de incidencias relacionadas con ellas de una forma muy significativa en la última década.

¿Cree que la pandemia de la Covid-19 ha servido para dar a conocer la especialidad?

Sin duda. Como le he dicho anteriormente, el interés por la Medicina Intensiva no ha dejado de crecer. No solo en el plano científico e investigador (la revista Medicina Intensiva ha conseguido el mejor factor de impacto de su historia en 2019, es decir, previo al coronavirus), sino también a la hora de acercar nuestro trabajo a la ciudadanía. Hoy hay conceptos como la pronación, el uso de ventilación mecánica o la complejidad de los requisitos de una cama de UCI que ya no son ajenos a cualquier persona que haya querido mantenerse informada sobre la situación de la pandemia en Cuidados Intensivos.

¿Cómo definiría el papel de los intensivistas en esta pandemia?

Los intensivistas hemos respondido a la pandemia con ejemplaridad y profesionalidad, ejerciendo un papel referente que no ha pasado desapercibido. Hemos aprendido mucho sobre una enfermedad nueva muy compleja y seguimos trabajando para asentar protocolos y pautas, decidir tratamientos específicos consolidados, analizar resultados con calma y establecer vías de acción con certidumbre. Asimismo, hemos liderado el trabajo en UCI de equipos multidisciplinares que deben mantenerse, pues reconocemos el apoyo prestado por compañeros de otras especialidades. No podemos olvidar que el tratamiento de esta patología, como ocurre con otras como la sepsis o el shock, en su presentación más grave, forma parte del núcleo de nuestra actividad.

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