Psicología

Bailar libera, mejora la autoestima y la memoria

 

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El cuerpo está diseñado para el movimiento. Músculos, articulaciones y huesos forman un conjunto perfecto para caminar, correr, saltar, hacer cualquier tipo de ejercicio, y, sí, también para bailar. Es precisamente en esta actividad donde se pueden integrar el resto de prácticas y dinámicas.

Bailar el mejor deporte, aseguran muchos profesionales de la salud, en todos sus ámbitos, el físico, pero también el mental.

En el primero de los aspectos, se conocen sus beneficios para la salud cardiovascular y para el sistema locomotor, lo que, a su vez, supone una reducción del estrés y una mejora de la función cognitiva. Todos sus bondades se encuentran interrelacionadas, explica la psicóloga Pilar Conde: “El realizar pasos, coreografías, requiere de coordinación psicomotriz, atención, memoria… lo que deriva en que la práctica del baile sea una actividad que revierte en estimulación y mejora de los procesos cognitivos”.

¿Cómo nos ayuda anímica y emocionalmente bailar?

A través de la conexión con nuestro cuerpo y mediante el movimiento, responde la psicóloga Pilar Conde, lo que nos conduce al confort personal y a una actitud desinhibida que potencia nuestra autoestima.  Dejando atrás la contención, aclara la directora técnica de Clínicas Origen, nos liberamos de convencionalismos y ataduras asociados a ciertos entornos sociales.

Bailar libera, pues, y nos hace también más creativos a través de esa conexión mencionada. Pero es que, además, nos ayuda a canalizar lo que sentimos y a vernos superando barreras a través de los pasos, el ritmo, y mediante la búsqueda del equilibrio y la flexibilidad. Estos dos aspectos también mejoran con la danza, en la que intervienen, dependiendo del estilo, los distintos grupos musculares. “

La mejora del ánimo es el resultado más fácil de identificar. Tras una sesión de salsa, bachata o de ballet nos sentimos de mejor humor. Para el resto de beneficios, finaliza la experta, será preciso una rutina, lo que supone perseverancia y una práctica mantenida en el tiempo.

Acudir a bailar en grupo, además, supone una posibilidad de socializar, de compartir una afición, una de las situaciones que más placer produce en muchas personas.  Salvo enfermedad o afección musculoesquelética no parece que este ejercicio asociado a la música, otra fuente de bienestar, sea perjudicial en ningún sentido. Así que, como reza el título de la mítica película “Danzad, danzad, malditos”.

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