Entrevistas

«La situación de ingreso de un familiar en la Unidad de Cuidados Intensivos tiene un importante impacto en las personas cercanas»

 

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La Doctora Beatriz Montes Berges es profesora titular del Departamento de Psicología de la Universidad de Jaén. Es Psicóloga y Criminóloga y Doctora en Psicología desde 2002. Es Psicóloga Sanitaria y Terapeuta desde hace casi 25 años. Además, también es investigadora en temas de Discriminación, Violencia de Género y Salud.

Ingresar en la Unidad de Cuidados Intensivos no es una experiencia exclusiva del paciente, sino que también implica directamente a su familia. ¿Cómo suelen afrontar, psicosocialmente, este tipo de situaciones los familiares?

Ciertamente las investigaciones han mostrado que la situación de ingreso de un familiar en la Unidad de Cuidados Intensivos tiene un importante impacto en las personas cercanas. En este sentido, se ha demostrado que puede provocar diversas alteraciones fisiológicas y emocionales en los familiares que informan de una serie de necesidades en estas situaciones, como puede ser la información precisa sobre la evolución del/ de la paciente.

En la situación actual de pandemia que estamos viviendo, el ingreso de un familiar en la UCI es una fuente de estrés enorme, porque a las circunstancias habituales se le añaden otras como el miedo de no volverla a ver más y no poder siquiera despedirse en el caso de fallecer, lo que dificulta el desarrollo de un duelo normalizado. De hecho, una de las realidades más complejas que estamos viviendo es la exigencia de experimentar duelos, sin ayudarnos de los ritos funerarios que surgieron en la historia de las civilizaciones para precisamente facilitarnos ese tránsito de dolor.

¿Qué tipo de factores pueden generar estrés y sufrimiento en la familia?

Hay muchos factores que pueden generar estrés a la familia. Esto se entiende mucho mejor si se tiene en cuenta la definición de estrés, que no es más que la sensación de que las demandas del ambiente superan con creces los recursos personales. Esto significa que si con la situación que yo estoy viviendo me siento sobrepasado porque pienso que me faltan habilidades para poder resolverla con éxito, sentiré estrés. Da igual que el estrés surja por un examen de matemáticas para el que no me siento preparado que para pedirle perdón a mi pareja porque no sé cómo hacerlo; el caso es que en cualquiera de estas situaciones en que sentimos estrés, creemos que no sabemos o podemos afrontarlas.

Con mucha frecuencia esto ocurre cuando las circunstancias son novedosas. Por ejemplo, con el contexto actual del coronavirus estamos viviendo muchas situaciones estresantes, porque no tenemos archivado en nuestro registro mental qué podemos hacer al no haber experienciado realidades parecidas. Las personas que lo están llevando mejor son siempre las que tienen experiencias con las que han tenido que aprender estrategias que ahora les resultan aplicables.

En el caso de los familiares de pacientes que están en UCI, puede resultar muy estresante no conocer qué está pasando, su pronóstico, el tiempo que va a estar allí, cuáles son las señales de mejora o empeoramiento o, simplemente, las reglas de la UCI. Ya hay muchos estudios que indican que conocer esta información resulta vital para la reducción del nivel de ansiedad, que es una manifestación del estrés, de estas personas.

En la situación actual de adaptación a la sobrecarga del sistema de salud por el Coronavirus, se han producido además algunos cambios que aumentan considerablemente el estrés de los familiares. En primer lugar, los horarios de visitas están suspendidos y en segundo, la comunicación de información por parte del equipo médico, ahora es por teléfono, lo que conlleva la ausencia de comunicación no verbal vital para comprender y digerir emocionalmente la información.

Una forma de hacerle frente a este estrés es a través de estrategias de afrontamiento, ¿podría ponerme algún ejemplo?

Podemos clasificar las estrategias de afrontamiento de distintas maneras. Una clasificación es diferenciar las estrategias que realizamos de manera consciente o inconsciente. Otra es diferenciar las estrategias las adaptativas y las no adaptativas.

Entre las estrategias adaptativas (estrategias eficaces) tenemos el afrontamiento cognitivo (pensar en el problema), el afrontamiento emocional (dejarse sentir la emoción), el afrontamiento conductual (ponerse a hacer), el escape cognitivo (dejar de pensar, incluso evitando todo pensamiento relativo), el escape conductual (dejar de hacer) y el consumo de alcohol y drogas. Desde hace cuatro años aproximadamente se han incluido entre estas estrategias otras como la búsqueda de apoyo social, el uso del sentido del humor, la religión o la aceptación y crecimiento personal.

Todas ellas suenan muy bien, pero también existen estrategias no adaptativas como el mecanismo de negación, la agresividad y la conducta violenta, entre otras.

Mi recomendación en esta situación es que intentemos usar las estrategias adaptativas de forma equilibrada, un poquito de cada una, sabiendo sentir nuestro dolor, pero también tomar decisiones, evadirnos aunque sea ligeramente para poder dormir y ponernos alguna alarma para recordarnos la hora de llamar a la UCI para pedir información, en lugar de estar mirando constantemente el reloj.

Entonces, ¿qué estrategias de afrontamiento de la familia se consideran más efectivas cuando tienen a un paciente en UCI?

Una de las estrategias que ha sido recientemente más estudiada es la espiritualidad, que se ha demostrado como un factor protector contra la sensación de adversidad y que contribuye al bienestar físico y mental de los familiares según ellos informan. En un estudio que realizamos en mi grupo de investigación encontramos que no había diferencias entre personas con alta y baja espiritualidad en cuanto a la ansiedad que sentían con respecto a sus familiares ingresados en UCI. Sin embargo, sí que había diferencias según el nivel de afrontamiento cognitivo que mostraban. Esto significa que las personas que usaban la resolución de problemas basada en planificación y toma de decisiones en pasos, entre otros métodos, consideraron más cubiertas sus necesidades de información y apoyo emocional por las profesionales de la salud, y experimentaron menos ansiedad.

Aunque llame la atención que los resultados de nuestro estudio no apoyaran la importancia de la espiritualidad como estrategia de afrontamiento, creemos poder ofrecer una explicación posible. El 92% de los familiares que contestaron nuestro cuestionario informaban de la profesionalidad del personal de enfermería, que no solo había comunicado correctamente las noticias sobre la evolución cada día, de los cuidados que necesitaban, o sobre las normas en el servicio, sino que también se mostraban empáticas ante la situación y les daban consejos de autocuidado. Todas estas conductas funcionaban como factores protectores de adversidad y contribuían por sí mismas al bienestar de los familiares, de la misma manera que lo hacía la espiritualidad, por lo que ya el efecto de ésta se podría encontrar bajo un techo del que ya no sería posible seguir mejorando.

En nuestro complejo hospitalario de Jaén, contamos con grandes profesionales de la enfermería en esta unidad de gestión clínica y en otras muchas, aunque desgraciadamente, en estos momentos de tanto desconcierto, puede no verse reflejada su gran labor.

¿Se suele ayudar, desde los diferentes centros médicos y hospitales, a estos familiares?

El personal de la UCI, concretamente, me consta que está muy concienciado con la importancia que tiene su labor con los familiares de los pacientes.

¿Qué consejo le daría usted a esos familiares?

Desde mi experiencia como terapeuta que he acompañado en casos de duelo, y que he estado personalmente cercana a la muerte en muchas ocasiones, mis consejos serían tres:

1) pregunten lo que necesiten saber, porque eso reducirá su ansiedad; 2) díganle a su familiar tres fórmulas poderosas: “Gracias”, “perdón” y “te quiero”, eso le dará paz al paciente y a ustedes; incluso actualmente que no hay horario de visitas, se puede escribir una carta dirigida al familiar enfermo a modo de oportunidad para expresar estos tres sentimientos; y 3) todo tendrá más probabilidad de salir mejor si se vive desde la serenidad e intentar fluir con la situación. Tanto si se vive, como si se muere, se aprenderá de la experiencia y seremos mejores. 

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