Entrevistas

«El paciente tratado con Terapia Asistida con Animales es capaz de aumentar su autoestima»

 

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Zara Casañ es psicóloga general sanitaria, COPV 11.598; Máster en Psicología, Salud y Calidad y Vida y Máster en Autismo e Intervención Psicoeducativa. Tiene más de 12 años de experiencia en el área de la docencia y la salud mental en población adulta e infanto-juvenil en España y Reino Unido.

Aunque la terapia asistida con animales existe desde hace décadas, ha sido en los últimos años cuando se ha producido una “explosión” de este tipo de intervenciones. ¿En qué consiste exactamente la Terapia Asistida con Animales?

Así es, y no solo desde hace unas décadas; la interacción de los seres humanos con el resto de especies animales se retrotrae a millones de años atrás, pero es, sobre todo, a mediados del siglo XX cuando empezó a popularizarse la zooterapia, y tenemos constancia de que ya en el siglo XVI en Inglaterra, entre la aristocracia, ya se recomendaba como tratamiento para personas enfermas la compañía de los perros.

Las Terapias Asistidas con Animales (TAA) se basan principalmente en la incorporación de un animal en un entorno terapéutico como recurso principal, previa y cuidadosamente seleccionado y con todas las medidas higiénico-sanitarias, con el fin de mejorar las condiciones y funciones físicas, cognitivas, motivacionales o emocionales con la persona o personas con las que esté llevando un tratamiento determinado, sin menoscabo de poder implementar en todo momento este tipo de terapias con otras, como puede ser la terapia cognitivo-conductual (TCC), terapia sistémica, Gestalt, Arteterapia o en la terapia psicodinámica entre otras.

¿Qué tipos de animales son los más apropiados para ello?

Aunque los perros son los primeros animales que tradicionalmente se nos viene a la mente en relación a las Terapias Asistidas con Animales, o también los caballos (equinoterapia), burros, pequeños roedores y algunas aves son otras especies con las que podemos contar y hoy día se está tomando cada vez más en cuenta la Felinoterapia o terapia asistida por gatos, que es el proyecto que estoy tratando de llevar a cabo en Valencia (España)

Centrándonos en las intervenciones en sí, ¿en qué tratamientos se utiliza más la terapia asistida con animales?

Cabe mencionar, antes que nada, que este tipo de terapia, requieren de una formación especializada y han de llevarse a cabo siempre por profesionales del área de la salud o de la educación.  

Principalmente son en contextos de la educación especial, sobre todo el ámbito del espectro autista que es donde más se recurre a este tipo de terapias, así como en residencias de ancianos, principalmente en usuarios con algún tipo de demencia y también en prisiones.

¿Qué aporta exactamente un animal en estas terapias?

Los beneficios que aporta un animal o varios dependiendo del contexto en estas terapias son múltiples. Uno de los ejemplos más probados en diversos estudios realizados en las últimas décadas es la reducción del estrés y de la ansiedad, así como la mejoría en casos de depresión mayor. A su vez, el paciente tratado con TAA es capaz de aumentar su autoestima y muchas veces se percibe una mejoría en la integración socio-familiar. 

Otros beneficios que se perciben en la práctica clínica y en los estudios de diversas universidades es que las personas tratadas a través de TAA aumentan su seguridad en sí mismos por la responsabilidad que conlleva el cuidado del animal.

A nivel cognitivo, se ha comprobado que aumenta los niveles de atención y concentración en pacientes a cualquier edad, y, como beneficios físicos, tendríamos la reducción del ritmo cardíaco así  como la reducción de la presión arterial, entre otras mejorías.

En el ámbito de la Felinoterapia, que es donde estamos más especializados, hemos visto a lo largo de todo este tiempo cambios muy positivos  en personas con algún tipo de discapacidad física, psíquica o sensorial, así como también hemos notado mejoría en pacientes con algún tipo de trastorno emocional.

También hemos visto una efectividad importante, aunque a medio y largo plazo habitualmente, en personas con síndrome de Down,  trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) y en diversos trastornos conductuales tanto en adultos como en población infanto-juvenil, así como en trastornos del estado de ánimo.

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