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¿Qué tratamiento tiene el pie diabético?

 

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El pie diabético está compuesto por una serie de alteraciones en el pie de las personas diabéticas que conllevan a una pérdida de calidad de vida y un gasto para el sistema de salud, ya que, en su mayoría, suponen fallos en la educación diabetológica, pues muchas de ellas son prevenibles.

Estas alteraciones son ulceraciones que son difíciles de curar por completo, puesto que las personas con diabetes poseen tiempos de cicatrización más prolongados que las personas que no la padecen. En este sentido, la neuropatía y la isquemia son las dos causas principales de la aparición de úlceras en el pie diabético.

Las técnicas dirigidas al tratamiento y curación de estas heridas se basan en el recubrimiento de la lesión, el tratamiento de la infección presente o posible y, por último, en el alivio de la presión que ha llegado a producir isquemia en primer lugar.

Además, la incidencia de úlceras en los pies en mayor en personas que ya las han sufrido anteriormente, por lo que tienen que tener especial cuidado en la higiene de los pies y en la utilización de un calzado adecuado que no ejerza demasiada presión.

Para realizar un correcto tratamiento de esta lesión, lo primero que hay que hacer es clasificarla. Una de las escalas más recomendadas para la valoración es la de Wagner. En ella, la lesión se divide en seis grados según su gravedad: pie de riesgo (callos gruesos, deformidades óseas…); úlceras superficiales (destrucción del espesor total de la piel); úlceras profundas (penetra la piel grasa y ligamentos, pero sin afectar al hueso); úlceras profundas con más absceso (externa y profunda, secreción, mal olor); gangrena limitada (necrosis de una parte de los pies o de los dos, talón o planta); y gangrena extensa (todo el pie afectado, efectos sistemáticos).

A la hora de proteger la úlcera, se tiene que utilizar un apósito adecuado al estado de la lesión en cada momento. Estos apósitos protegen a la úlcera de posibles traumas, absorben el exudado y pueden mejorar la infección y promover su cicatrización.

Por otro lado, si en el lecho ulceral existen zonas necrosadas, estas deben desbridarse en primer lugar, ya que esa zona cubierta con tejido muerto no dejará crecer al tejido de granulación. Generalmente, la retirada de este tipo de tejido puede realizarse de forma cortante, ya que no suelen ser zonas extensas.

A menudo existen deformidades en los pies de las personas con diabetes que cursan en engrosamiento o aumento de zonas de presión. Por eso, uno de los pilares de la curación de estas heridas es el alivio de presión, para, así, conseguir que el riesgo sanguíneo llegue correctamente a esas zonas que han de curarse. Este alivio de presión se realiza con férulas de descarga.

En cuanto al tratamiento de las heridas. Las úlceras son heridas que, por definición, se clasifican como heridas crónicas y aún más las del pie diabético. Suelen estar colonizadas por microbiota inocua al ser humano que incluye microorganismos aerobios, anaerobios y hongos.

Para la correcta resolución de las úlceras infectadas del pie diabético se ha de considerar diferentes aspectos clínicos, como la optimización del control glucémico, la cirugía electiva en los casos que sea necesario y el tratamiento de infecciones asociadas de tejidos blandos u osteomielitis.

En primer lugar, es preciso determinar si la herida en cuestión está infectada. Después se debe limpiar la herida con suero salino para evitar arrastrar excesivo material de desecho, tras lo cual se procede a empapar el algodón del hisopo con el lecho de la herida.

En cuanto al tratamiento antibiótico, este debe de ser, principalmente, por vía oral, siendo esta vía la más cómoda.

Recomendaciones para tratar el pie diabético

En las úlceras del pie diabético se recomienda retirar el tejido necrótico mediante cirugía para facilitar la cicatrización. Además, la utilización de apósitos de hidrogel, como desbridantes, puede ser recomendable también puede facilitar esta cicatrización.

Por otro lado, las férulas de contacto total son los dispositivos de elección para disminuir la presión plantar en diabéticos con úlceras del pie no infectadas y no isquémicas. Así, las férulas de fibra de vidrio fijas son una alternativa a las férulas de contacto total, ya que requieren menos tiempo y personal técnico.

No se recomienda el cultivo de rutina en úlceras del pie diabético, ya que tienen un valor diagnóstico limitado. Además, los pacientes con úlceras progresivas, que no cicatrizan, y con signos clínicos de infección activa, deberían recibir tratamiento antibiótico sistémico.

Si se debe utilizar un antibiótico, su elección debería realizarse teniendo en cuenta los microorganismos más probables y el patrón de resistencias locales, con antibióticos de amplio espectro que cubran anaerobios y aerobios.

En ausencia de evidencia sólida de eficacia clínica o coste-efectividad, los profesionales sanitarios deberían utilizar los apósitos que mejor se adapten a su experiencia clínica, preferencias de los pacientes o localización de la infección, considerando también el coste.

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