La Cátedra Extraordinaria del Dolor de la Fundación Grünenthal-Universidad de Salamanca ha hecho entrega, en un acto celebrado en la propia Universidad de Salamanca con motivo de la Festividad de Santo Tomás de Aquino, del galardón de la XXIII edición del ‘Premio a la Investigación en Dolor’, que se falla anualmente para reconocer e impulsar los proyectos más novedosos sobre el conocimiento del dolor en el ámbito epidemiológico, experimental, farmacológico y clínico.
El ganador en esta ocasión ha sido el trabajo titulado “ARMS/Kidins220 regulates nociception by controlling brain-derived neurotrophic factor secretion”, publicado por los investigadores Julia Sánchez Sánchez, Cristina Vicente García, Daniel Cañada García, Dionisio Martín Zanca junto con Juan Carlos Arévalo, profesor titular de la Universidad de Salamanca y portavoz del equipo ganador.
Esta publicación ha sido seleccionada entre los 47 candidatos presentados, por su originalidad, interés científico, relevancia y avances propuestos. El principal descubrimiento del estudio es la existencia de una nueva proteína, ARMS/Kidins220, cuyos niveles de expresión están directamente relacionados con la sensibilidad a ciertos estímulos dolorosos. El equipo ganador destaca que esta proteína podría tener una función importante en el ámbito del dolor al participar en algunas funciones mediadas por el factor de crecimiento nervioso (NGF) y su receptor TrkA.
“Tanto NGF como TrkA están implicados en la modulación del dolor. En humanos, las mutaciones en ambos genes codificantes para estas proteínas provocan insensibilidad al dolor y en ratones, que no expresan ninguna de las dos proteínas, son también insensibles al dolor. Además, en relación a los humanos y las ratas inyectadas con NGF presentan hipersensibilidad al dolor”, explica Juan Carlos Arévalo.
Las alteraciones en ARMS/Kidins220, ‘incompatibles con la vida’
Arévalo indica que “en los últimos 6 años se ha observado que las mutaciones en ARMS/Kidins220 en humanos provocan un síndrome denominado SINO (paraplejia espástica, retraso mental, nistagmo y obesidad), que provoca alteraciones del sistema nervioso como la ventriculomegalia”. Asimismo, en ocasiones, las alteraciones son “incompatibles con la vida, ya que se han detectado mutaciones de la proteína en fetos abortados”.
“Para averiguar el mecanismo de acción de ARMS/Kidins220 nos basamos en estudios publicados anteriormente y generamos otros ratones modificados genéticamente en los que además de reducir los niveles de ARMS/Kidins220 se eliminó la expresión de otra proteína denominada BDNF, que ya estaba implicada en dolor, es decir, en la percepción consciente de la nocicepción”, señala el profesor.
Las principales conclusiones extraídas del estudio se centran en que ARMS/Kidins220 se reduce en respuesta a distintos estímulos dolorosos, ya que en la investigación cuando se disminuyeron los niveles de la proteína a nivel genético tuvo lugar una hipersensibilidad a ciertos estímulos. “El efecto de ARMS/Kidins220 se produce a través de la secreción de BDNF, implicado previamente en nocicepción. Por lo tanto, si pudiésemos manipular de alguna manera los niveles endógenos de ARMS/Kidins220 podríamos modular la sensación dolorosa en respuesta a determinados estímulos”, destaca el investigador.
El profesor insiste en la importancia de la investigación en el ámbito del dolor: “El dolor es un mecanismo de alarma en respuesta a estímulos nocivos y, por lo tanto, aunque nadie quiere experimentarlo, es beneficioso. El problema surge cuando el dolor pierde la función de alarma y se convierte en dolor crónico considerándose una patología”.
Descubrir cómo un dolor se cronifica, ‘prioritario’
El investigador resalta también que la incidencia del dolor crónico afecta a más del 20% de la población con el consiguiente coste social y económico convirtiéndose en una “verdadera pandemia”. En cuanto al coste sanitario, el investigador apunta que representa más de 13.000 millones de euros al año en España. “Conocer cómo un dolor agudo se cronifica tiene que ser una prioridad en la investigación en salud”, enfatiza.
En este sentido, Arévalo sostiene que es vital identificar el origen de los distintos tipos de dolor crónico para tratarlos de forma adecuada, el desarrollo de tratamientos eficaces para abordar el dolor crónico que sean diferentes a los empleados actualmente y un diagnóstico precoz para evitar la reorganización del sistema nervioso central.
Este galardón está dotado con 4.000 euros para ayudar a que los ganadores prosigan con sus labores investigadoras. El profesor finaliza que “estos premios son un reconocimiento al trabajo y a su aporte a la ciencia y, además, sirven para divulgar e informar a la sociedad sobre los avances en el campo del dolor”.