Nutrición y Dietética

¿Son la leche de vaca, el kéfir, el café, el té blanco y las leches vegetales recomendables para la salud?

 

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La leche de vaca, el café, el té, el kéfir y las llamadas leches vegetales (de almendra, arroz, avena y soja) son algunas de las bebidas más consumidas en el mercado. Sin embargo, ¿qué riesgos y beneficios tienen para la salud?

En cuanto a la leche de vaca, existe una fuerte controversia. Por un lado, la tolerancia genética es clave para entender sus efectos en cada individuo. En función de la línea genética de cada persona este alimento será mejor o peor para ella. Por otro lado, hay una gran diversidad de estudios en los que se indican factores protectores o perjudiciales para la salud.

Por ejemplo, son protectores el ALC (contra el cáncer de mama), la lactoferrina (antimicrobiano, antiviral y coadyuvante en la quimioterapia contra el cáncer de pulmón) o el suero de leche (protector frente al cáncer de mama). Y encontramos otros estudios que muestran protección contra el cáncer colorrectal. Asimismo, también se asocia con un menor riesgo de mortalidad y de enfermedades cardiovasculares.

Sin embargo, también existen estudios que asocian el consumo de la leche de vaca con la diabetes tipo 1 o con trastornos crónicos degenerativos no transmisibles (obesidad, síndrome metabólico, diabetes tipo 2 o hipertensión) y también con el cáncer de próstata. Y, paradójicamente, al riesgo de osteoporosis en ambos sexos y a mayor riesgo de fracturas en mujeres. Además, aumenta el estrés oxidativo y la inflamación en general.

Por otra parte, debemos saber que existe una fuerte evidencia de que la grasa contenida en la leche no debe ser eliminada, dado que es su parte más protectora y saludable. El alto contenido de grasa se asocia inversamente con el riesgo de obesidad y de infecciones diversas como el acné (que empeora con la leche descremada). Así pues, si la consumimos, mejor que sea entera.

Respecto al kéfir, se ha comprobado que es mucho mejor que la leche en personas intolerantes a la lactosa. Además, produce un incremento en la respuesta inmune, mejor respuesta alérgica e inflamatoria y menor daño oxidativo, así como un notable efecto de prevención e inhibición del cáncer (colorrectal, linfoma, cáncer de mama y pulmón).

En estudios de laboratorio con animales se han verificado efectos antiinflamatorios y un impacto positivo en la microbiota dada su composición rica en probióticos, al igual que en actividades antibacterianas, antifúngicas y preventivas de la obesidad.

Por otro lado, en el té blanco se han descubierto potentes bioactividades antioxidantes, antiinflamatorias, anti mutagénicas y anti-proliferativas del cáncer. A esto se suma un impacto positivo en las enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y metabólicas (como la diabetes tipo 2), el control del peso y la masa ósea. Asimismo, se vincula con una mejora de la calidad del esperma y la fertilidad masculina. Por el momento, no se han encontrado elementos desfavorables del té blanco.

Respecto al café, se relaciona con mejorías en el estado de ánimo, una mejor función cognitiva y rendimiento físico, protección frente a afecciones neurológicas, metabólicas y hepáticas, así como un menor riesgo de enfermedad de Parkinson, depresión y trastornos cognitivos. Su consumo se ha asociado sistemáticamente con un menor riesgo de diabetes tipo 2, riesgo de cálculos renales, gota y una menor mortalidad. También con la prevención de varios cánceres específicos (próstata, endometrio, melanoma, oral, leucemia, de piel no melanoma e hígado). Entre los efectos negativos se encuentra el aumento de los niveles séricos de homocisteina, de colesterol y triglicéridos (en café no filtrado).

En cuanto a las leches vegetales, generalmente son muy pobres nutricionalmente, algunas con porcentajes altos en azúcares y bajo contenido del alimento del que dicen estar hechas. Podría decirse que el nombre de leche es muy engañoso, y por su composición que en realidad son bebidas de azúcar enriquecidas.

La leche de avena, por su parte, se ha asociado con altas concentraciones de deoxininivalenol, un compuesto que tiene un impacto en la inmunidad e inflamación intestinal. Las isoflavonas de la leche de soja han demostrado no ser preventivas de la osteoporosis (harían falta varios litros al día para ello), y, en caso de ser sustituta de la leche de vaca, podría reducir la presión arterial en mujeres obesas. Un consumo moderado tampoco parece afectar al hombre por los fitoestrógenos. La leche de almendras, por su concentración de oxalatos, debería administrarse con prudencia en niños. Y la leche de arroz se ha vinculado en estudios con un alto contenido en arsénico inorgánico, cuyos riesgos potenciales deben investigarse más a fondo.

En conclusión, la leche de vaca presenta gran cantidad de estudios que exponen conclusiones negativas, pero también otros que las extraen positivas. Si somos consumidores y nos sienta bien, lo cual dependerá principalmente de la genética, debemos saber que los elementos protectores se concentran en la grasa, por lo que deberíamos evitar las desnatadas y semidesnatadas y optar por la entera. El café y el té, dentro de un consumo moderado, parecen  tener más aspectos positivos que negativos. Y las leches vegetales generalmente son pobres nutricionalmente, con altas cantidades de azúcar y muy poco de aquello de lo que dicen estar hechas. Por su temprana aparición, no hay un cuerpo de evidencia científica muy grande de donde podamos analizar sus aspectos desfavorables, pero sabemos por ejemplo que la bebida de almendras debería darse con prudencia a niños. Y en general, en vista de la alta cantidad de azúcares que todas ellas presentan, su consumo convendría moderarse en cualquier grupo de población.

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