Opinión

¿Cómo afecta el estrés a la salud sexual?

 

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Cuando escuchamos “salud sexual” normalmente se nos viene a la cabeza dos cuestiones: la anticoncepción y las enfermedades de transmisión sexual. Y por supuesto es algo importante, pero no lo único. La Organización Mundial de la Salud no considera la “salud” como la “ausencia de enfermedad” en exclusiva. La salud en este contexto es considerada como el bienestar físico, mental, emocional y social relacionado con la sexualidad. Con motivo del Día Mundial de la Salud Sexual, que se celebra cada 4 de septiembre, vamos a profundizar sobre este tema.

¿Sabías que el estrés influye directamente sobre el funcionamiento sexual? Este hecho es puramente adaptativo, es decir, sucede para asegurar nuestra supervivencia. Por ello, vamos a ver el por qué y el cómo.

El estrés es una de las reacciones fisiológicas más relevantes para nuestra supervivencia. Y es que aparece cuando percibimos un estímulo o una situación como amenazante o conflictiva. Cuando esto ocurre, automáticamente se desencadenan una serie de eventos a nivel fisiológico que preparan a nuestro organismo para luchar o huir.

¿Cómo se prepara el organismo para luchar o huir? Dirigiendo toda la energía disponible en el organismo a aquellas partes de nuestro cuerpo que nos permiten hacerlo, es decir músculos como brazos y piernas. La energía ni se crea ni se destruye: solo se transforma. No podemos crear más energía de la que el organismo dispone. Contamos con una cantidad “X” de recursos energéticos como glucosa, grasas y oxígeno repartidos a lo largo y ancho del organismo.

Cuando un estímulo o una situación se percibe como amenazante pasa a ser prioridad absoluta su resolución para poder sobrevivir. De esta manera, todos los recursos energéticos que se encontraban en otras partes del organismo (el estómago, el hígado, los genitales, etc.) son reunidos en los músculos que nos permitirán luchar o huir.

Eta reacción, en principio, se desencadena en presencia de un estímulo amenazante y cuando éste desaparece o la situación conflictiva finaliza la reacción también revierte y se vuelve al equilibrio habitual del organismo. El estrés originariamente es un estado transitorio una herramienta de emergencia para poder seguir vivos.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el funcionamiento sexual? Como ya hemos podido intuir, el organismo funciona siempre en base a lo que se considera más relevante para la supervivencia. “Donde manda patrón no manda marinero”, por mucho que queramos tener relaciones sexuales satisfactorias, estas no van a poder darse en estado de estrés.
La reacción fisiológica del estrés inhibe el funcionamiento sexual para ambos sexos y hace que la liberación de las hormonas que impulsan el funcionamiento sexual se inhiba o se altere. De este modo, se producirá menos testosterona en un sexo y menos estrógenos en el otro además de producir que el organismo responda menos ante estas hormonas. Así, se experimenta un deseo sexual reducido en ambos sexos y problemas en la ejecución como imposibilidad de conseguir erección, eyaculación precoz o disminución de probabilidad de alcanzar el orgasmo.

En las consultas de psicología, es habitual recibir a pacientes aquejados de problemas en el desempeño sexual que acuden en busca de ayuda psicológica después de haber comprobado que no existe ningún problema de origen orgánico que motive esta disfunción.

Según se ahonda en la problemática, se descubre que el origen de estos problemas puede ser de muy diversa índole: problemas económicos, problemas en el clima de la pareja, problemas en el ámbito laboral o académico, problemas de autoestima, traumas, etcétera. Todos ellos con un factor común: el estrés.

Así, la terapia cognitivo conductual enfocada en el funcionamiento sexual puede ser útil siempre y cuando se aborden otros problemas o conflictos en la vida de la persona que pueden no tener nada que ver con su sexualidad y le provocan un nivel de estrés que altera su funcionalidad en otras áreas, en este caso el área sexual.

Como podemos ver, la salud sexual no solo tiene que ver con la anticoncepción o la prevención de transmisión de ETS, si no que es mucho más compleja.

Por todo ello, cualquier persona que experimente dificultades en su vida sexual debe tener en cuenta que un abordaje terapéutico desde la psicología podría ayudarle. Es esencial ponerse en manos de un profesional.

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