Entrevistas

«Es fácil encontrar a personas que siguen creyendo que pedir ayuda es un signo de debilidad y no de valentía»

 

Cursos, Masters y Expertos Universitarios para Enfermería
Cristina Ballenilla Reina es Licenciada en Psicología por la Universidad de Málaga, Máster Oficial en Psicología de la Salud y Psicóloga Sanitaria. Es monitora de Mindfulness y, en sus intervenciones, aplica técnicas de tercera generación desde una perspectiva integral, coach e Interventora Estratégica y, actualmente, participa en proyectos para el desarrollo y aplicación de la tecnología en el ámbito de la salud. También es autora del libro “Acompañamiento en la Muerte”y coautora en el desarrollo de softwares aplicados a la teleformación y telemedicina y se ha especializado en el acompañamiento en la muerte y pérdidas. Concretamente, ahora está desarrollando una aplicación de Mindfulness para tratar las distintas dolencias.

La pandemia del Covid-19 ha dado visibilidad a un aspecto del que, antes de ella, apenas se hablaba: la salud mental. ¿Por qué antes se tenía tan olvidada?

La salud mental es algo que siempre ha estado presente, sin embargo ha habido y sigue habiendo mucho estigma sobre ella. Hoy en día, aún en nuestra sociedad, existen muchos prejuicios y es fácil seguir encontrando a personas que  siguen creyendo que pedir ayuda es un signo de debilidad y no de valentía además de creer que; “el psicólogo es para los locos y que ellos no lo necesitan”. Existe mucha desinformación con respecto a la figura del psicólogo/a, o  terapeutas y  la salud mental en general. Considero que este rechazo viene por ese miedo a cómo se abordaba antiguamente la salud emocional. Las personas con desórdenes mentales eran tratadas con técnicas muy invasivas y eso, junto con el “miedo a estar loco y ser encerrado y aislado”, ha dejado una impronta profunda en las personas.

Hoy sabemos el papel tan importante que juega la salud mental y cómo esta afecta directamente a la física. La ciencia ha puesto de manifiesto que una emoción crea una reacción química en el organismo y que esta reacción tiene unas consecuencias tanto a nivel físico como mental. Bajo mi punto de vista, el “error fundamental” viene cuando  hablamos de salud mental y física como dos entidades separadas. La Salud es un todo, donde las emociones, las creencias y las dolencias físicas están en continua interacción, siendo su resultado determinante en la vida de una persona

Hay algunos profesionales y especialistas que indican que, la siguiente pandemia, va a ser la de la salud mental, ¿qué opina al respecto?

Creo que la pandemia de la salud mental empezó muchos años atrás, lo que ocurre es que ha sido, y sigue siendo, una pandemia silenciosa. Es cierto que el COVID le ha dado visibilidad y ha sacado a la superficie algo que estaba sumergido. Si no identificamos un problema, no podremos solucionarlo, y eso es lo que llevamos haciendo mucho tiempo: enmascarar algo que debe ser abordado y tratado para así disminuir su incidencia.

Si tomamos como referencia las estadísticas, podremos observar que existe una alta incidencia de personas con depresión, ansiedad y otros trastornos mentales asociados. Una de las consecuencias de esta pandemia silenciosa puede observarse en el número de suicidios tan elevado que se dan a diario. En 2019, según los datos del INE (Instituto nacional de estadística), 3.671  personas se suicidaron. En 2020, se han producido más de 3.600 casos de suicidio consumado y se han registrado unos 8.000 intentos, según publica Europa Express. La cifra duplica ya el número de fallecidos por accidente de tráfico. Otra evidencia de la crisis emocional es el consumo de psicofármacos, las cifras son desorbitadas. Esto ya ocurría antes de la pandemia, ahora solo han aumentado.

Uno de los colectivos más afectados por la pandemia es la gente joven, ¿cuáles son las enfermedades mentales más comunes en ellos? ¿A qué se deben?

Sí, los jóvenes han sufrido muchos desórdenes mentales durante el periodo de confinamiento. Entre los más destacados encontramos síntomas de depresión, ansiedad y postraumático. Se debe, principalmente, al cierre de las escuelas y pérdida del contacto con sus iguales (en estas edades, el sentido de pertenencia es muy importante en ellos, ya que es una etapa donde están construyendo su identidad). El hecho de no poder realizar actividades físicas al aire libre y la pérdida de hábitos saludables también han sido motivos importantes en la afectación de su salud mental.

No debemos pasar por alto, que muchos de ellos han presenciado casos de violencia en el hogar. Una violencia que, en algunos casos, estaba con anterioridad y que se ha visto exacerbada por el confinamiento. El poder compartir y/o salir de casa para realizar actividades con sus iguales, es un factor de protección emocional para ellos. Y con el confinamiento no han podido disponer de estas vías de desconexión.

 ¿Considera que los jóvenes tienen las herramientas para el autocuidado emocional o para solventar esas situaciones?

Los jóvenes, al igual que los adultos, no disponen de herramientas para solventar estas situaciones, o de las que disponen son limitadas. Como he comentado anteriormente, su herramienta principal es el apoyo social recibido por su grupo de iguales (quien lo tenga). Creo que esta pandemia ha puesto de manifiesto la importancia y el papel tan relevante que cobra la educación emocional en niños/as  y adolescentes.

Si no dotamos a los jóvenes de herramientas para que aprendan a gestionar sus emociones y afronten la vida con una actitud proactiva, tendremos un futuro lleno de personas con trastornos mentales. De hecho, ya está sucediendo así, aunque nos cueste reconocerlo. Siempre digo que la prevención es la mejor forma de intervención y debería de ser una asignatura obligatoria en las escuelas dotar a los jóvenes de herramientas para “Ser Humanos” y no solo para adquirir conocimientos.

Las necesidades van cambiando y debemos prepararlos para que sean flexibles y sepan adaptarse a las adversidades de la vida. Potenciar la apertura mental y la creatividad es, sin duda, una apuesta segura para ello.

En estas últimas semanas, se ha hablado mucho de los jóvenes, de las “libertades” que se toman, que “salen de fiesta”, no guardan las medidas de seguridad, etc. Teniendo en cuenta cómo está afectando esta pandemia a su salud mental, ¿cree que habría que ser un poco más permisivos con ellos o intentar entenderlos?

Creo que todos hemos sido jóvenes y que todos hemos actuado alguna vez de forma inconsciente. Ellos están actuando en base a su nivel de conciencia. Debemos también tener en cuenta que la información que recibimos al principio decía que el virus no afectaba a los jóvenes. Muchos han sufrido las consecuencias del virus en sus familias y esto les ha hecho ser más prudentes y precavidos, otros sin embargo, no tanto. 

Al fin y al cabo, ellos se han dejado llevar por sus necesidades más primarias, creyendo que tenían menos riesgo al contagio. Sin embargo, ahora, por los datos que nos llegan, sabemos que esto no es cierto. Por ello, es importante que ellos se sensibilicen y busquen formas de diversión que no pongan en riesgo su salud y la de los demás. Facilitarle espacios donde puedan relacionarse y mantener medidas de protección sería lo ideal, pero sabemos que esto no siempre es fácil de llevar a cabo y de controlar.

Aquí hay unas gráficas donde se ve el número de contagios de personas no vacunadas con respecto a los que han recibido parcialmente la pauta de la vacunación

 La diferencia en número de afectados a lo largo de los meses es  bastante significativa. No creo ser que la solución sea ser más permisivos, sino hacerlos más conscientes de su responsabilidad individual y social.

 Con la retirada de las mascarillas en los exteriores y el avance de la vacunación, parecía que íbamos hacia la “antigua normalidad”. Sin embargo, los casos están en aumento y, seguramente, en las próximas semanas haya nuevas y más duras restricciones, ¿cómo va a afectar esto a la salud mental de las personas?

No va a ser fácil, desde luego. Muchas personas que ya veían algo de luz vuelven a sentir una gran incertidumbre. Y esto conlleva a síntomas de ansiedad y desesperanza. Considero que se ha generado una “falsa ilusión de seguridad” con la vacunación y esto ha contribuido, en parte, a que no se tengan tan en cuenta las medidas de protección y seguridad.

Hay estudios que ponen de manifiesto cómo la vacunación ha contribuido a la disminución de contagios y que el número de aumento de casos se debe a ese sector de la población que aún no ha recibido la pauta de vacunación. La salud sufrirá otro golpe, de la misma forma que ocurre cuando un paciente de cáncer mejora y al poco tiempo empeora y/o fallece.  Esa esperanza arrebatada de un golpe, hace que la mente entre en un estado de indefensión.

Los sentimientos de tristeza aumentan y la apatía y desgana toman el protagonismo. La falta de motivación puede ser otra de las consecuencias. Los estados emocionales se pegan y se transmiten con la misma rapidez que un virus. Por eso es importante tener una mente fuerte ante la adversidad. Si no aprendemos a protegernos y a relativizar las circunstancias que estamos viviendo, nuestra salud (tanto física como mental) se verá gravemente afectada.

Sin duda alguna, las personas que aceptan la realidad de lo que ocurre sin hacerse falsas ilusiones y expectativas sobre el mañana, afrontarán esta situación de una forma mucho más adaptada que los que no lo hacen. No se trata de ser optimista,y/ o pesimista, sino de saber hacer frente a lo que venga y sacarle el máximo provecho. Las experiencias no son buenas ni malas, las experiencias te hacen crecer y/o te entierran. Ya depende de cada uno lo que decida hacer con ellas.

Desde el punto de vista de la psicología, ¿qué recomendaciones daría para afrontar esta posible situación?

Sé que puede parecer algo incongruente con respecto a lo que estamos viviendo, ya que el futuro es incierto. Pero es que siempre lo ha sido, solo que ahora somos más conscientes.

Por eso una de las recomendaciones que considero más importantes y que nos ayuda a cubrir la necesidad de seguridad, es ponernos un objetivo, meta y/o propósito. Establecer pequeñas acciones diarias para conseguirlo, medir nuestros avances. Mantenernos enfocados en las soluciones. Evitar rodearse de personas que viven con la queja y que no quieren salir de ella.

Cuidar la alimentación, aprender a meditar (la meditación no es una moda, la meditación es una necesidad), hacer alguna actividad física (el movimiento es vida). Pasar tiempo con las personas que amas (incluidas las mascotas), pasar tiempo al aire libre, tener una buena red de apoyo con los que compartas intereses y/o gustos (una buena conversación, cura).

Intentar dar o ser un poquito mejor cada día, ayudar a alguien que lo necesite. Escucharnos, pero sin lamernos las heridas (aquí siempre le digo a las personas que se pongan un tiempo de “queja“ si es lo que necesitan, pero que la limiten, que no dejen que la queja ocupe todo el tiempo de su vida). 

Hacer un  esfuerzo aunque la pereza y/ o desilusión se impongan. Muchas veces nuestro estado emocional nos gana, pero es importante desafiarlo, desafiarnos y preguntarnos. ¿Qué pasaría si, aun con esta desgana, lo hiciera? La curiosidad es más efectiva que la obligación y descubrirás que eres capaz de romper con algo que se ha autoimpuesto en ti. Si haces eso, ¿de qué más serás capaz?

Y sobre todo vivir, y vivir implica darle un espacio también al dolor. El dolor nos hace humanos, el anestesiarlo, nos hace inhumanos.

Para finalizar, volviendo a la salud mental, ¿cree que la pandemia va a suponer un punto de inflexión en cuanto a visibilización y concienciación sobre la importancia de nuestro equilibrio emocional, psicológico y social?

Por supuesto que sí. Ya lo comentaba al principio, la pandemia ha desenmascarado un problema de salud que estaba oculto, y le ha dado visibilidad. La pregunta que habría que hacerse ahora sería: ¿qué medidas vamos a implementar  para poder prevenir, proteger y mantener nuestro estado de salud?

Una de las medidas a las que más recurren las personas con crisis de ansiedad o estados depresivos es al consumo de psicofármacos. Las cifras son alarmantes, los fármacos ayudan de forma puntual, pero no curan. Habrá personas que no estén de acuerdo con esta afirmación, pero son muchos casos los que he visto de personas que llevan largos periodos de su vida consumiendo fármacos y siguen con el mismo problema que les llevó al consumo.

Necesitamos herramientas para hacer frente a los problemas del día a día y utilizar los fármacos de forma complementaria a la terapia. Es necesario crear programas de concienciación y sensibilización, que vayan desde la escuela hasta la edad adulta, para que nuestra educación emocional junto con la física, nos permita desarrollar la fortaleza interna que cada persona tiene dentro de sí. Solo podremos encontrar un equilibrio externo, cuando se haya creado un equilibrio interno.

La salud es un tema de cada uno, está en las manos de cada persona y debemos hacernos responsables de ella para poder vivir una vida que merezca la pena ser vivida.

Agenda Online de Cristina Ballenilla Reina en WeDoctor

¡Hola! Soy Cristina Ballenilla, Psicóloga Sanitaria y Coaching Estratégico. ¡Estoy en We Doctor! Estaré encantada de atenderte a través de una videoconsulta o por escrito.
Tu Formación certificada al mejor precio!!
Comenta ahora

Dejar una Respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Noticias Populares

Arriba