Psicología

Trastornos psicológicos en el Parkinson

 

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La enfermedad de Parkinson es un desorden crónico y degenerativo de una de las partes del cerebro que controla el sistema motor. En este sentido, se manifiesta como una pérdida progresiva de la capacidad de coordinar los movimientos, entre otros síntomas.

Esta enfermedad no afecta solo físicamente a la persona, sino también psicológicamente. De hecho, son varios los trastornos que puede causar y que veremos a continuación.

El primero de ellos es el trastorno por ansiedad, que incluye angustia, nerviosismo constante, inquietud, incapacidad para relajarse, inestabilidad emocional, temerosidad difusa, dificultades para respirar, taquicardia o palpitaciones….

Cuando un problema o situación externa incrementa la ansiedad, los síntomas parkinsonianos suelen empeorar, tanto el temblor como la rigidez-acinesia. También se ha encontrado que diversos fármacos antiparkinsonianos (selegilina, apomorfina, ropirinol, etc.) pueden producir inquietud y ansiedad.

Los trastornos de ansiedad son más frecuentes que en otras enfermedades crónicas y de la vejez por lo que se relacionan, por lo menos en parte, con los desbalances específicos de neurotransmisores propios de la E.P. Terapéutica.

Por otro lado se encuentra la ansiedad y fobia social. Los pacientes de Parkinson con frecuencia muestran malestar intenso de tipo ansioso cuando se encuentran en contextos sociales, que pueden llegar a temer en alto grado y, por ello, evitarlo contrafóbicamente. Casi un 70% de los parkinsonianos se avergüenzan de su imagen en público (temblor, bloqueo, saliveo, disartria, discinesias) y tienden a salir poco de casa y retraerse.

Los ataques de pánico son relativamente poco frecuentes en personas con párkinson. Sus síntomas son crisis agudas de angustia extrema con taquicardia, sudoración profusa, ahogos, agitación y descontrol, miedo intenso, sensación inminente de morirse o volverse loco.

Lo más usual es que los ataques de pánico estén provocados farmacológicamente por una excesiva dosis de medicamento dopamimético en sangre. También se pueden dar cuando el paciente teme mucho las fases off y nota que se acerca a una de ellas.

La hipocondría incluye síntomas tales como el temor patológico a poder llegar a padecer una enfermedad peor que el Parkinson, a morirse pronto o incluso el convencimiento de ya tener dicha enfermedad (cáncer cerebral, SIDA, cardiopatía) o de sufrir un raro mal desconocido para la medicina científica.

En toda hipocondría en un E.P., hay que evaluar tres componentes: el fóbico (temor a poder padecer una enfermedad), el obsesivo (comprobaciones rituales de si tiene o no esa enfermedad) y el paranoide (convencimiento delirante de estar ya enfermo).

En la Enfermedad de Parkinson también aparece con frecuencia el trastorno obsesivo-compulsivo. Unas veces es una defensa psicológica contra la inseguridad personal y la falta de control que sienten los pacientes en sus propias vidas.

Y también de depresión.  La depresión más propia es la de matiz “asténica”, que incluye síntomas tales como baja energía psicofísica, apatía, abulia, falta de placer en las actividades, desesperanza pesimista hacia el futuro y sensación de impotencia actual con baja autoestima, etc.

Es el trastorno emocional más frecuente: alrededor de un 60% de los pacientes de Parkinson sufrirá de síntomas depresivos que merecen atención médica y casi todos muestran en algún momento signos depresivos parciales (desaliento, visión negra del futuro etc.).

Los trastornos del sueño (en calidad y cantidad) son muy frecuentes (en un 70% de los casos) en el Parkinson, y más a medida que avanza la enfermedad. El insomnio es el problema del sueño más importante (en un 50%), ya sea por dificultad para coger el primer sueño (insomnio inicial), para mantenerlo durante toda la noche (insomnio en sierra o intermitente), muy frecuente o por despertarse pronto y no poder volver a dormirse (insomnio final).

Las causas del insomnio son múltiples: por la propia enfermedad neurodegenerativa en sí, por el estilo de vida sedentario, por el dolor neuropático, por problemas psicológicos (depresión, angustia, preocupaciones, temor a la noche y a la muerte) y por la medicación (por ejemplo la selegilina puede crear fácilmente insomnio).

Por otro lado, dos de cada tres enfermos de Parkinson muestran algún tipo de problema sexual: impotencia sexual masculina, falta de deseo sexual, hipersexualidad, eyaculación precoz o retardada, dispareumia femenina, celos paranoides… Aunque no compromete la vida del paciente, es una de las principales fuentes de insatisfacción, de bajada de la autoestima y de conflictos para la pareja.

Las causas son dispares: unas veces son orgánicas (neuropatía periférica, disfunción autonómica, desbalance de neurotransmisores, etc.); otras veces son psicológicas (depresión, vergüenza del propio cuerpo, inseguridad personal, dificultades posturales para el coito, anticipación ansiosa del fracaso sexual, etc.); y finalmente otras veces son medicamentosas (exceso de dosis de L-dopa, uso de anticolinérgicos, antidepresivos, sedantes, etc.).

Un poco más del 10% de los enfermos de Parkinson desarrollan una demencia cortical “tipo Alzheimer” y dos de cada tres pacientes desarrollarán con el tiempo una demencia fronto-subcortical “tipo no Alzheimer” que es la más propia de la E.P y que incluyen síntomas tales como bradipsiquia, síndrome dis-ejecutivo, lentitud de recuperación de memoria, rigidez mental.

La demencia afecta a los pacientes de más edad, en estadio IV ó V, con un tipo de Parkinson rígido-acinético o un Parkinson-Plus, con edad más tardía de inicio de la enfermedad, y ligeramente afecta más a las mujeres. Si se detecta demencia “tipo Alzheimer” se pueden prescribir fármacos anticolesterásicos (rivastigmina, donepezilo, tacrina).

Las tasas de suicidio en el Parkinson son bajas, lo que sorprende dada la alta incidencia de depresiones en la E.P. Sin embargo, cada vez se detectan más fallecimientos por accidentes, sobre todo en los estadios II y III, sobre los que recaen sospechas de suicidios enmascarados.

Por último, algunos autores han creído ver en la personalidad de los pacientes de EP más representados rasgos tales como la seriedad, honestidad, laboriosidad, responsabilidad, detallismo, socialización y aceptación de normas y leyes, el sentido común, el conservadurismo sexual, la anhedonia. Se discute la realidad de estas apreciaciones y también su dirección causal: si por tener una tal personalidad predispone de alguna forma a padecer luego Parkinson o si son las disfunciones neurológicas del Parkinson las que se expresan posteriormente favoreciendo las conductas propias de estos rasgos caracteriales.

Un estudio reciente de los autores de este artículo han detectado cambios notorios del carácter en la mitad de los pacientes con la evolución de la enfermedad, siendo los rasgos más frecuentes: personalidad apática, obsesiva o paranoide. Los familiares suelen ser más conscientes de estos cambios de personalidad que el propio enfermo.

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