El estrés y la ansiedad pueden ser malos para la salud mental y física, pero lo cierto es que no lo son siempre.
De hecho, algunos estudios demuestran que utilizar “pequeñas dosis” de estrés ayuda a la gente a mitigar los resultados negativos.
El estrés y la ansiedad son dos estados normales y, en realidad, también son habilidades que ayudan a construir resiliencia y a mejorar la confianza.
¿Por qué? Porque, al fin y al cabo, la ansiedad es un “sistema de alarma interno” que se activa cuando la persona se siente amenazada, tanto por motivos externos como internos. Cuando la persona se encuentra en situación de riesgo es, precisamente, esa tensión la que activa los mecanismos en el organismo que le permiten reaccionar y enfrentar lo que percibe como peligroso.
Por tanto, tiene una función importante: activar el mecanismo de defensa, preocuparse por la supervivencia de la persona, incrementar su rendimiento físico y, además, agudizar todos sus sentidos.
Este tipo de estrés “bueno” se conoce como eustrés y cuando la persona lo experimenta lo que hace es liberar hormonas que hacen que el cerebro esté más en alerta.
No obstante, como hemos dicho anteriormente, lo suyo es tenerlo en pequeñas dosis, puesto que cuando el estrés es permanente, entonces sí que hay que buscar tratamiento o alguna solución: el cuerpo se mantiene en alerta incluso cuando no hay peligro y los órganos, por su parte, se resienten.